Cumplía tareas en un Country, muy exclusivo, de Pilar,
en una empresa que resguardaba la seguridad familiar.
La dama, era la esposa de un personaje muy poderoso,
conocido por ser violento y de comportamiento mafioso.
Él se esmeraba para atenderla, servicial y complaciente,
ella correspondía con buen trato, para nada indiferente.
Un día decidieron vulnerar línea tan peligrosa como fina,
entregándose al prohibido placer, destilando adrenalina.
Desafiando los peligros que semejante ofensa entrañaba,
lo hizo entrar a su cuarto, mientras su esposo no estaba.
Al día siguiente, el vigilador leyó en su teléfono celular
un resumido mensaje de texto: “Tenés que irte de Pilar”.
Escapando del mafioso engañado, renunció a su trabajo,
se mudó de domicilio y, hasta el celular, arrojó río abajo.
La mujer no supo nada de él, manteniéndose expectante,
aún con su piel irritada, por el profuso vello del amante,
Descartando que se ofendiera, al punto de huir y renunciar,
sólo porque con un mensaje le dijera “tenes q irte a depilar”
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