Estimado Oficial de Cuentas, encargado de mi existencia,
les escribo muy contrariado, pues abusan de mi paciencia.
Analizando prolijamente el resumen, considero estar al día,
sin embargo, persisten en debitar, mis momentos de alegría.
Estoy revisando en las columnas, de su sistema computado,
pocos asientos en el Haber y un Debe, de facturas recargado.
En mi cuenta se asentó un gozo, que sólo duró un momento
porque, al juzgarla inadecuado, efectuaron el contra-asiento.
Hace más de sesenta años, cuando rubricamos los contratos,
se estipuló que recibiría, momentos felices y, otros, no gratos.
Si la cuestión es nivelar las cuentas, entre presente y pasado,
con tantos momentos adversos, lo bueno, estaría amortizado.
Agradezco todo lo bello vivido, que me brindó una etapa rica,
lo que hace tiempo están cobrando, aplicando la letra chica.
Diga señor, cuánto les debo, por las satisfacciones recibidas.
Si, para pagar, alcanzará con ésta o necesitaré de más vidas.
Si estarían predispuestos, a adjudicarme un crédito puente,
que me transfiera algo de dicha, por estos días, tan renuente.
¿No estarán queriendo cancelar mis permanencias terrenales
y donde piensan enviarme, acaso, no se aceptan mis avales?
Alguna vez controlé deudores y sé entender cualquier enojo,
cuando morosos no se hacen cargo, de sus números en rojo.
Pero, a lo largo de mi vida, demostré ser un estricto pagador,
sin embargo, me están enviando, de continuo, un cobrador.
Intento hablar con su Jefe, pero la línea da siempre ocupada
y si logro comunicarme, una voz angelical, filtra mi llamada.
Si tanta insistencia por cobrar deudas antiguas, aún perdura,
no considero su precio razonable, sino otra forma de usura.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario