Un día quise saber, que había sido, de mis antiguos amores,
si me recordaban con cariño o conservaban viejos rencores.
Si, finalmente, a cada una le llegó, el hombre de sus sueños
y mantienen viva la llama, que hace que aún ardan los leños.
Quise conocer si se enamoraron, se casaron, tuvieron hijos,
en cualquier orden que lo hicieran, nada agrega ser prolijos.
Se fueron mudando y yo desconocía sus nuevas direcciones,
debiendo hacer, para encontrarlas, discretas investigaciones.
A algunas pude ubicar por teléfono, a otras, en su domicilio,
hallarlas demandó mucho trabajo, no fue un asunto sencillo.
Mariana me confesó, que su matrimonio vivía cual condena,
que su esposo bebía y le golpeaba, sin luego demostrar pena.
Marcela colgó al oír mi voz y, aunque me asumo algo lerdo,
interpreté, de inmediato, que no conserva un buen recuerdo.
Claudia, se enredó con alguien, que después supo era ladrón
y, más tarde, al caer él preso, llegó a ejercer la prostitución.
Alicia, comparte sus días con uno, que se reveló homosexual,
que no la toca ni con un chorro de soda, pero lo quiere igual.
A María, la localicé en precaria vivienda, de un asentamiento,
donde su marido, un jugador, la envió, al dejarla sin sustento.
Sus realidades me conmovieron, aunque mi autoestima perdí,
cuando, a pesar de todo, admitieron, que les fue mejor sin mí.
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