Quienes lean esto, se pondrán de acuerdo y coincidirán,
que lo mío no es muy frecuente, que soy carne de diván.
Cuando llegan las facturas a mi casa, apenas las recibo,
salgo disparado a pagarlas, como un gesto compulsivo.
Impuestos, tasas y contribuciones, su monto no discuto,
pues, por sobre todas las cosas, al pagarlas, lo disfruto.
Estoy eternamente al día y, los que conocen mi historia,
saben que nunca en mi vida, me acogí a una moratoria.
Mis hijos no me comprenden, dicen que soy masoquista,
pues gozo formando una fila, hasta acabar con mi lista.
A pesar que la cola no avanza y estoy, por horas, estático,
no cambiaría esa experiencia, por un débito automático.
Cuando permuto mi dinero, por papeles con sello de caja,
yo no sé como explicarlo, es …es como hacerme una paja.
Si, por algún motivo, no llegaran en término, las extraño.
¿Cómo no lo comprenden? que el deberlas me hace daño.
Todavía guardo, con orgullo, mostrándolo a tanta gente,
aquel impuesto al automotor, para el Incentivo Docente.
No estoy de acuerdo, con quien dice que no se reconoce
a un escrupuloso pagador, que es auténtico y no es pose.
En el banco, no paso inadvertido, por ser tan concienzudo,
cuando me ven, todos murmuran "Vino otra vez el boludo".
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