Mi amigo siempre me advirtió, que iba a liarme la vida.
Ya me lo insinuó al conocernos, en la primera salida.
Me vaticinó que los problemas me vendrían en cascada,
si seguía insistiendo en salir, con aquella mujer casada.
Pensaba, y no se equivocaba, que la casada es peligrosa.
Que, con el pasar del tiempo, se va volviendo ambiciosa.
Sugirió, también, que pronto Iba a desnudar otra arista,
mostrando, ahora sin disimulo, su costado más egoísta
Consideró, que sería una tarea que no sabría de reposo,
hacer feliz y siempre conformar, a esa mujer con esposo.
Decía que esa mujer casada, de momento, encantadora,
muy pronto, mostraría las uñas, de hábil manipuladora.
En más de una oportunidad, me insistió en que la dejara,
que se volvería más insufrible, ya con arrugas en su cara.
Que busque acercarme a otra mujer, joven y más entera,
pero, por sobre todas las cosas, de estado civil: Soltera.
Todavía hoy no sé, por qué nunca le hice caso a mi amigo.
Será acaso, que esa mujer casada, estaba casada conmigo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario