¿Hay momento más deprimente que el domingo a la tarde?
Al desplomarse el sol, emerge, nuestro lado más cobarde.
¿Por qué será, que el día domingo tiene esta característica?
los suicidas lo prefieren, según se refleja en la estadística.
Mi hermano lo define, con redundancia, pero buen tino,
como la depresión, que trasunta, el crepúsculo vespertino.
Atardeceres existen todos los días, pero nadie los observa,
en domingo, hay tiempo de hacerlo, alejados de la caterva.
¿Será el momento usado, para un balance semanal, acaso?
que revela que, como el día, uno ha entrado en el ocaso.
Quizás, puede ser el desasosiego de afrontar lo que viene,
cuando aún están pendientes, los problemas que uno tiene.
Lo cierto es que, terminado el asado, el mate y las facturas,
saltan las dificultades irresueltas, como amenazas oscuras.
Para rematar tan triste tarde, siempre suena, en la lejanía,
la corneta de algún churrero, como un lamento de agonía.
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