miércoles, 7 de marzo de 2007

LOS TRES OBJETIVOS

Cierta vez tuve un amorío, que nació en una biblioteca,
con una bibliotecaria que, al principio, era un poco seca.

Esta señorita, de naturaleza esquiva y de trato distante,
fue soltándose, al encontrarnos, revisando algún estante.

Pronto empezamos a vernos, fuera del silencioso recinto.
Paseando, descubríamos cada vez, algún lugar distinto.

En los árboles de las plazas, dejaba grabado su nombre,
haciendo cosas de chico, a pesar que ya era un hombre.

De esa corta relación, que fue como un fugaz torbellino,
un día me puso al tanto, que un niño venía en camino.

Consultando a mi conciencia, imaginé qué debía hacer,
fui espaciando los encuentros y comencé a desaparecer.

No regresé a la biblioteca, ni di mi apellido a la criatura
y me quedé con el último libro, incrementando mi cultura.

Hay tres objetivos que, en su vida, el hombre debe alcanzar:
Ha de tener un hijo, escribir un libro y algún árbol plantar.

Siempre digo que, de algún modo, considero haberlo logrado,
ya que tuve un libro, escribí un árbol y deje un hijo plantado.

No hay comentarios: