El artista, de cualquier género, lo que busca es trascendencia,
escondiendo su hambre de gloria, tras la bohemia apariencia.
Da chapa decir que es “Under”, selecto o encontró sus nichos,
cuando se actúa para la familia y lo están comiendo los bichos.
Hubo monologuistas, que comenzaron en algún Café Concert
y hoy son primeras figuras, a los que verlos actuar, da placer.
Entretenían a poca gente, esperando que la fama los acaricie,
se desvivían, por poder salir del sótano y alcanzar la superficie.
Un producto, si no es masivo y para la TV abierta no es potable,
necesariamente, irá a ocupar pantalla, en algún canal de cable.
Si no es visto en horarios centrales, es indudable que se perderá,
no es lo mismo Telefé, a las veintiuno, que a las dos, por canal A
Hay obras de arte, pinturas, que hoy tienen un valor descomunal,
que se vendieron al morir su autor, aunque en vida, la pasó mal.
Otros pintores, van esparciendo pinceladas, sin aparente motivo,
para poder vender un cuadro, lo entregan, con folleto explicativo.
Existen fenómenos extraordinarios, como Harry Potter y su zaga,
del que la Rowling los vende por millones, lo haga como lo haga.
Hay, como seguramente seré yo un caso, quién edita, con descaro,
un libro, que no tiene precio en su tapa, porque regalado es caro.
Previendo que, probablemente, he de permanecer siempre oculto,
yo no tengo empacho, en presentarme, como otro escritor de culto.
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