miércoles, 7 de marzo de 2007

MI INHERENTE SOLEDAD

Soledad, amiga mía, no se por qué te hacen mala fama,
si tú siempre estás conmigo y ocupas sitio en mi cama.

Dicen, quienes te mencionan, que eres mala consejera,
estamos juntos, hace ya un tiempo, y te conozco sincera.

Estando solos, tú y yo, no hay espacio para falsedades,
engañarnos, no tiene caso, por eso sólo hay verdades.

Tu nombre se asocia a incomunicación y aislamiento,
con un poco de imaginación, se evita el padecimiento.

De inventores y pensadores, manan cosas inteligentes
y siempre buscan en ti, ayudes a aclarar sus mentes.

A veces, de puro aburrido, busco rodearme de gente,
luego, torno a extrañarte y, rápido, vuelvo a la fuente.

Disfruto contigo, más que con esa clase de persona,
que se jacta de sus proezas y uno siempre desentona.

Muchos hablan a los gritos y, conmigo, eso no encaja,
con mi amiga Soledad, puedo hablar en voz muy baja.

Me repelen los espíritus de comportamiento inestable,
con mi compañera Soledad, todo se hace soportable.

Cuando estoy desconcertado, te busco en ese momento,
es todo lo que preciso, para ordenar mi pensamiento.

Encontrándome muy triste, con necesidad de alegrarme,
me interno entre mis recuerdos y comienzo a animarme.

Si hablo con mis padres muertos o si me dirijo a Dios,
no preciso buscar a nadie, estoy muy bien sólo con vos.

Por eso, cuando se conduelen de mi falta de compañía,
les ruego no se preocupen, que yo me invento la mía.

En el más profundo silencio y cuando el sol ya cayó,
conformamos una envidiable pareja, mi Soledad y yo.

Pero, deberé tener cuidado, como diría algún analista,
que de tanto estar a tu lado, no termine siendo autista.

No hay comentarios: